Una manera de ser felices es sirviendo a los demás.
Una vez dos hombres conversaban. Uno de ellos había tenido un tiempo atrás una muerte clínica, al volver a la vida, quiso compartir su experiencia de lo que vio, oyó y aprendió. Mientras fue declarado muerto él fue llevado a dos lugares: visitó el cielo y el infierno.
Tanto en el cielo como en el infierno vio una mesa larga, engalanada para una comida de gala. Las personas muy bien vestidas. Sentados uno frente al otro, a una distancia de
un metro y medio cada uno (1,50cm). Nadie debía comer nada hasta que el anfitrión autorizara.
Un detalle: Los sirvientes entraron con un tenedor para cada invitado, cada tenedor media 1,50cm.
Cada invitado recibió el cubierto con su mano derecha, luego el sirviente lo pegaba a su muñeca con cinta de embalar para que quedara asegurado y la otra mano estaba amarrada a su espalda.
A partir de ese momento alguien dio una orden y apareció un desfile de sirvientes que pusieron en la mesa todo tipo de manjares. Todo olía muy bien…Bandejas con todo tipo
de aperitivos, platos calientes y fríos. Salados y dulces. Todo lo que estaba en la mesa estaba cuidadosamente recortado para facilitar su consumición, ya que por alguna razón no había cuchillos. Todos podían comer hasta saciarse de lo que alcanzaran a pinchar con su tenedor
-¿Y qué pasó? Dijo su amigo un poco decepcionado…¡Yo imaginaba el infierno completamente diferente al cielo! Siempre pensé que era un lugar de sufrimiento.
- Calma, amigo, ya te voy a contar dónde está la diferencia…
En el infierno:
Todos los invitados se llenaron de ira y no paraban de quejarse por el ridículo tamaño del tenedor. Consideraron una falta de respeto y burla para con cada invitado. Mientras,
se morían de hambre al ver tanta comida, sus jugos gástricos se producían en abundancia. Al cabo de un tiempo de tanta queja estaban flacos y debilitados. El hambre les llevaba a
insultarse unos a otros. Quien podía le daba codazos en la cara a su compañero para fastidiarle.
En el cielo:
Uno tuvo una brillante idea al que los demás le observaron y siguieron: el que tuvo la idea pinchó una croqueta con su tenedor y con un gesto dió de comer a la persona que estaba frente a él, al otro lado de la mesa. ¡Funcionó! Esto causó mucha alegría. Todos comían después
que daban y se agradecían unos a otros el gesto de cariño. Comieron hasta saciarse y luego cantaban felices. Finalizada la cena hubo una atmósfera de gozo y agradecían
haber sido invitados aprendiendo nuevos métodos.
- CARÁCTER:
- Eres de los que trabajan aisladamente? O de los que hacen parte de un equipo?
- ¿Eres de los que reconocen cuando alguien tiene una buena idea y le apoyas? ¿o de los que no aceptan nada nuevo?
- ¿Eres de los que aplauden a otros? o de los que se mueren de envidia criticando?
- ¿Eres de los que dan o tan sólo esperan recibir?
NO ES IGLESIA:
La iglesia de Dios no debe tener un carácter egoísta. No estamos para entretener gente o tan sólo “reunirnos y pasarla bien”. O para ser “el grupo de los buenos” y los demás son “los perdidos”. Estamos para servir. Ésa fue la marca de los discípulos de Jesús. La grandeza del servicio en palabras de Jesús: “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;”
Mt. 20:26-27.
Sería terrible que al haber pasado por una prueba de fuego como lo ha sido la pandemia, esta pase y sigamos siendo los mismos.